sábado, 30 de julio de 2005

Algunos fragmentos*

Lo que nos salva a todos es una vida tácita que poco tiene que
ver con lo cotidiano o lo astronómico, una influencia espesa que
lucha contra la fácil dispersión en cualquier conformismo o
cualquier rebeldía más o menos gregarios, una catarata de tortugas
que no termina nunca de hacer pie porque desciende con un
movimiento retardado que apenas guarda relación con nuestras
identidades de foto tres cuartos sobre fondo blanco e impresión
dígito-pulgar derecho, la vida como algo ajeno pero que lo mismo
hay que cuidar, el niño que le dejan a uno mientras la madre va a
hacer una diligencia, la maceta con la begonia que regaremos dos
veces por semana y por favor no me le eche más de un jarrito de
agua, porque la pobre se me desmejora.


—No se aflija, tía —dice Lila.
—Cómo no me voy a afligir —le contesto—. Me da una
deprimencia, te juro.
—Usted quiere decir una depresión —pretende corregirme
Lila.
—Nada de eso, m’hijita. La depresión es como algo que te va
haciendo bajar y bajar, y al final quedas más aplastada que una
raya, acordate de ese animal del acuario. En cambio la deprimencia
te va subiendo todo alrededor, vos te debatís pero es inútil, y al
final lo mismo quedas por el suelo como una hoja.
—Ah —dice Lila que es tan respetuosa.


*Rescatados de 62/Modelo para armar.

1 comentario: