(Hasta ahí todo bien)
El "inconveniente" es que después del fallecimiento de mi viejo, que sucedió hará cosa de... (un mes el 3 de agosto próximo) cada mañana al despertarme y ver ese techo I realize que él ya no está físicamente conmigo. Y me dá un odio tremendo.
Muy seguido me pasa de soñar que aún vivo en el departamento y es tener esa sensación mezcla de fastidio y alegría de saber que en pocas horas tendría que aguantarme esa interminable hora de colectivo para verlo a él y a mi vieja... Y lentamente despertarme. Y abrir un poco los ojos. Y ver ese techo que aún me resulta extraño y no saber donde estoy. Y luego darme cuenta que estoy en esta casa. Y junto con la casa la ausencia tangible de mi viejo. La ausencia monstruosa.
Igual estoy muy bien.
Estoy feliz porque lo siento constantemente cerca mío y porque su muerte me ha enseñado muchísimas cosas acerca de él y de mí misma. Y porque como nos pasa a todos, o a la mayoría, con las muertes nos agarra eso de "no me importa nada y qué", eso que nos hace hacer esas cosas que venimos postergando por h o por b, o por el qué dirán.
Bueno, nada, contar un poco nomás, ponerlos al tanto. =)