lunes, 27 de febrero de 2006

Esa costumbre =)

De los orígenes sólo recuerdo que en mi casa, ininterrumpida e invariablemente, de 9 a 22 se cebaba mate, empezaba mi madre hasta las 11, y luego la seguía mi hermano, mientras hacían sus cosas. Cuando uno se iba a trabajar, el otro lo reemplazaba, y siempre había un mate listo para tomar. Yo no tuve necesidad de cebar mate hasta que mi hermano se casó y me encontré sola en horas en que mi vieja estaba trabajando. Pero en ésas épocas ya tenía amigas, y Carina venía temprano y ponía ella misma la pava, y pasábamos la hora de la siesta contándonos cosas y proyectando con la pava al lado y fumando. A la tardecita nos juntábamos con los pibes y mientras ellos tomaban gaseosa, Lizzi, Virna, Carina y yo seguíamos tomando mate hasta las 10 de la noche que nos separábamos para irnos cada una a su casa.
Luego llegaron los amigos, que también gustaban del mate. Y venía Fabi a casa y me pedía poner la pava. O caía el Negro Dani y la ponía él. Si estaba el Colorado lo hacíamos cebar, porque cebaba unos mates irrepetibles, pero le cambiaba seguido la yerba, cosa que a mi entender un buen cebador no debe hacer. Si estaba Pitu se armaba cada rosca porque Pitu no quería que se cambie tanta yerba. Más por amarretismo que por convicción. Pitu tenía la costumbre de tomar el mate como venía, y, si la tarde era larga, lo tomaba hasta que la yerba se ponía azul. Obviamente, la compañía le iba menguando con el paso de las horas.
Todos usamos pava mientras se pudo, hasta el día en que nos llegó la crisis y decidimos comprar un termo. Me resistí durante mucho tiempo, pero la comodidad de no tener que calentar el agua a cada rato pudo más que el respeto a la tradición. De mis compañeros de bombilla, sólo mi amiga Cari pudo resistirse al encanto del termo. Hasta el día de hoy Cari me escucha subir y pone la pava, y ceba el mate recontracaliente, aunque se haya cortado la luz y haya una térmica de 38º C a la sombra. Y lo vuelve a calentar apenas se enfría un poco. Y a veces me da esos mates lavados y calientes que tanto detesto, pero me los tomo despacito sin decir nada, para no arruinar el momento.
En cambio a Eri le gusta el mate como a mí. Nos gusta que se vaya enfriando a medida que se va lavando un poco. Cuando ella llega – eso sí - hay que empezarlo de cero, no le gusta tomarse el primero un poco lavado. Yo soy igual.
El que no tiene problemas es Ade, a él le gusta el mate como sea, y si está un poco frío y lavado, mejor todavía. No le gusta cebar, pero al menos no es pretencioso como mi hermano, que no cebaba pero no lo quería lavado. Mi hermano era el Mate-Nazi. A Ade el mate siempre le parece rico, menos cuando quema. Ade es capaz de tomarse el mate que quedó cebado del día anterior.
La mejor cebadora de mate que conozco es mi vieja. Siempre está bien, siempre está rico. Le gusta razonablemente caliente y lo “arregla” de vez en cuando. Cuando lo arregla le queda como recién empezado, a mi nunca me salió eso. Es de las que disfruta de tomar mate sola, como yo. Porque vieron que hay gente que no toma mate solo. Se privan de ese placer de poner la pava para uno mismo… es extraño. Algunos dirán “Ah, yo cuando estoy solo me hago un mate cocido y es lo mismo” como si realmente lo fuera. Como si el mate fuera sólo esa suerte de infusión, como si no fuera la excusa para hacer otras cosas: leer, escribir, charlar, o estar en silencio con alguien, o sólo pensar. O, como dijo Casciari: como si no fuera lo contrario a la televisión.

6 comentarios:

  1. Tomo poco mate.
    solo si es amargo.
    y en ciertas ocasiones.
    Cuando viajé de mochilero por el sur (a los 17) uno de los requisitos para ser "bien llevado" era cebar decentemente.
    Por las noches me dormía imaginado como era "ejectado" de un enorme camión en marcha, en el medio de la nada, por no saber cebar.
    Nunca aprendí.

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  2. No soy ni buena cebadora ni buena tomadora, si me convidan tomo pero no lo cambio por un café.
    En casa solo tomaba mi viejo y cuando el murió el mate desapareció, mi marido toma y ceba minimamente 3 veces por día pero yo no me engancho.

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  3. Vuelvo, consulte a varios conocidos, entre materos y no materos, y llegue a la conclusion que el mate si es parte de tu crianza te acompaña siempre.

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  4. Aprendí a cebar mate con mis hermanos, más que nada con Viviana que después de tres cuartas partes de su vida en Formosa algo sabe del tema. Tengo mi mate adorado, regalo de mi madre, y me cuesta mucho tomar mate en otro salvo que sea en el de la casa de la Vasca y porque es cebado con muchísimo amor, aunque la verdad es que son un desastre terrible cebando (cosa que sabe porque se lo dije veinte veces). Me encanta toda la ceremonia del mate, desde poner la yerba hasta servir el primero. El agua bien pegadita a la bombilla, cebar de costado, nada de colocar el agua en el centro para no mojar toda la yerba, que se note la espumita y por favor, que no se lave al tercer mate porque me pongo violeta. Ang, dale, cuándo tomamos unos mates juntas? Te quiero!

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  5. Gaby, Gaya: me parece que los porteños son menos afectos al mate... Acá todo el mundo toma mate.
    Maf: aquella vez me cebaste mate en el mate de tu mamá?
    Hay mucha vibra, de este año nop pasa... =)

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  6. Claro!! Ese mate enorme que tengo es el que me trajo mamá de Santiago del Estero, el que tiene la base de cuero y está tallado a mano =)

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