lunes, 23 de enero de 2006

El arte de la impostura (Fragmento, Alejandro Dolina)

The Great Pretender by Carlos Nine


El hombre de nuestros días vive tratando de causar buena impresión. Su principal desvelo es la aprobación ajena. Para lograrla existen diferentes métodos y estrategias.

Algunos ejercen la inteligencia, otros se deciden por la tenacidad o la belleza, otros cultivan la santidad o el coraje.
Sin embargo, por ser todas estas virtudes muy difíciles de cumplir, ciertos pícaros se limitan a fingirlas. Por cierto que tampoco esto es sencillo: el engaño es una disciplina que exige atenciones y cuidados permanentes.
Por suerte para los hipócritas y simuladores, existe desde hace mucho tiempo el Servicio de Ayuda al Impostor.

1- Basándose en modernos criterios científicos, los especialistas de la organización instruyen, aconsejan, dictan clases, resuelven casos particulares y difunden las técnicas más refinadas para obtener apariencias provechosas.

Cuando algún zaparrastroso quiere presumir de elegante, el Servicio le recomienda sastres, lociones y corbatas. Si se trata de aparentar cultura, el cliente tiene a su disposición frases hechas, aforismos brillantes y gestos de suficiencia.
Los que pretenden pasar por guapos son adiestrados en el arte del aplomo y la compadrada. Muchos pobres practican para fingirse ricos, y muchos ricos se esfuerzan por parecer indigentes.
Hay que decir que algunos postulantes son muy adoquines y no alcanzan a completar los cursos. Otros tienen características tan marcadas que resulta imposible disimularlas.
Durante muchos años, los hipócritas aplazados debieron resignarse a mostrar crudamente sus verdaderas y abominables condiciones, o bien a ser descubiertos en sus torpes fraudes. Pero con el tiempo, el Servicio encontró una fórmula drástica para socorrer a los menos favorecidos. Así nació el reemplazo liso y llano como recurso extremo.
Imaginemos a un morocho tratando infructuosamente de ingresar en un selecto club nocturno. El hombre fracasa con las tinturas y el maquillaje.
Inmediatamente el servicio designa a un rubio cabal en su reemplazo. El impostor entra sin problemas a la milonga y en nombre del morocho rechazado baila y se divierte toda la noche.
Los ejemplos son innumerables: estudiantes mediocres que se hacen reemplazar en los exámenes; enamorados tímidos que -como Cyrano de Bergerac- mandan en su lugar a un picaflor; empleados capaces que para lograr un ascenso envían a un chupamedias y personas hartas de su familia que se hacen substituir en los cumpleaños.
El Servicio de Ayuda al Impostor ha ido perfeccionando la tecnología del reemplazo con disfraces impecables. Se sospecha que hoy en día, la mayoría de las personas que uno trata son en realidad agentes de la organización. Nuestros amigos, nuestras novias, nuestros gobernantes y nuestros cuñados pueden haber sido reemplazados por impostores profesionales. Tal vez yo mismo estoy fingiendo escribir estas minucias a nombre y beneficio de un cliente llamado Dolina. Tal vez usted, que finge leerme, esté reemplazando a alguien que no se atreve a confesar que los mitos de Flores lo tienen harto.

7 comentarios:

  1. Hace mucho que no te digo que te quiero, no? Bien, te-quie-ro! T E Q U I E R O!!! Tequierooooooooooooooooooo! Jajajajajajajajajajajajajaja

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  2. aplausos por la claridad de la descripción...eso si estamos rodeadassssssssssssssss.

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  3. Siempre me gustó mucho este cuento y como venía al caso... ;)

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  4. Dea, Maf:
    Si me lo permiten...
    El premio Post de Oro es para:

    Angelinaaaa!!

    CLAP, CLAP, CLAP!

    Aplauso, Medasha y Beso.

    Aluciiiiii!!

    SABELO.

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  5. Iba a postear Historia de la Infamia de Borges pero es muy largo... XD

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  6. Forris:
    No te hagas la pisha...
    Fuchi!
    Aguante el Negro!
    Me salió el tablón del alma.
    =P

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  7. cuando sea grande quiero ser como tamas dorkas, el caminante.
    y detenerme.

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