Esta es una historia real, pero más patética que real

R. era una mujer muy sufrida, se quedó sola con cinco hijos a los 22 años. Su marido - maltratador él - la abandonó por otra mujer. Era muy enferma de los nervios por lo cual vivía con jaquecas casi constantemente. Era muy delgada, sólo comía para sobrevivir, para ella todo en su vida era un desastre. Trabajaba doce horas para "seguir luchando con sus hijos", que rondaban ahora los veinte años.
Un día se me ocurrió preguntarle por su vida en Brasil, su país; y empezó a contarme...
Me contó que trabajó desde muy chica porque tuvo que irse de la casa materna, porque su padrastro había intentado abusar de ella varias veces.
Trabajó de moza en un bar de una familia y allí conoció a su marido, que era payaso de circo y, llegado un día, se fue a trabajar al circo con él y se convirtió en trapecista. Luego me mostró una foto suya parada en esa especie de tarima que usan los trapecistas cuando no están colgando del trapecio.
Yo me asombré muchísimo y le dije que nunca la hubiese imaginado capaz de semejante trabajo teniendo en cuenta que es una persona "tan". Entonces me dijo que toda la vida había sufrido de vértigo y que cada función sentía que se moría.
Yo le pregunté: “¿Y por qué lo hacías?”
Y ella respondió: “Y... no me quedaba otra, nena, si él me obligaba!”
Hoy en día Rosa duerme en la cama superior de una cucheta y su hija debe sostenerle la escalerilla cada vez que se va a dormir. Je je.

Y todo esto es totalmente cierto. Ojo al piojo.