domingo, 16 de enero de 2005




Supe tener una casa a la ke amé furiosamente.
¿Cómo llegué a ella? Pasé un día frente a su puerta y me llamó la atención el estado de abandono en el ke estaba, y ví ke tenía un cartel de una inmobiliaria colgado de la verja. En ese mismo momento fui y pedí ke me la mostraran. A los 10 días me encontré desesperada, parada en el medio de ese patio, con sus llaves en mis manos y keriéndome morir, literalmente: Había tanto trabajo ke hacer! Era un desastre. No. Peor: Dos desastres y medio.
Tuvimos ke llamar a una empresa de volketes para tirar parte de la cantidad de basura grande ke alguien había acumulado en el fondo. Una vez ke estuvo limpio, y desmalezado, nos dimos cuenta ke contábamos con más de 50 metros de césped, una higuera, un ciruelo y un bananero, entre varias plantas de flores silvestres y rosas chinas.
La casa era muy antigua, tenía dos habitaciones de 5x5, una de las cuales teníamos destinada a usar de living, y estaban conectadas entre sí en el siguiente orden: habitación - habitación - cocina - baño – lavadero. Cada uno de los ambientes tenía de esas puertas altísimas de madera con postigos ke daban a la galería; así ke tuvimos ke cerrar definitivamente las de la habitación ke íbamos a usar para dormir, y dejamos habilitadas sólo las del living y las de la cocina. Pintamos la casa íntegramente de blanco. Y las aberturas de un color ke si bien decía llamarse cedro, en realidad era rojo oscuro, tirando a ocre rojo. Era hermoso sentir las vibraciones de los pisos de madera suspendidos en el aire. Tun tun tun de día y de noche. Sonido ke me hacía acordar tanto a la casa de mi abuela.
Mis amaneceres fueron extraordinarios en esa casa. Invierno y verano los rayos del sol se colaban por entre los postigos de las ventanas para despertarme suavemente. Durante el día y pasada la tardecita, el sol vibraba dentro de ella. Podías ver los rayos como si fueran velos amarillos de distintas intensidades.
Las puertas las teníamos constantemente abiertas, la galería formaba parte de nuestra vida diaria. Las noches de verano me sentaba hasta la madrugada a mirar tele en el patio. Las de invierno, a mirar las estrellas y la luna a través de las ventanas interminables.
Pasaban días enteros en los ke yo no salía de la casa. Nunca había sentido así tanto un lugar como mío. Cuando estaba afuera, en la calle, pensaba en el momento de volver a estar en ella. Esa casa me atrapaba de una manera gozosa, mágica y feliz. Adoré cada centímetro suyo, cada rincón. Hasta el día de hoy, mis pensamientos de felicidad me transportan a ella, a la manera en ke mi voz resonaba cuando cantaba en el living, al olor húmedo y dulce de sus paredes, al trinar de los pájaros ke siempre andaban por el patio, al dulzor de sus higos y sus ciruelas. A su brisa nocturna. A su silencio. A su olor a sol por las mañanas. A la sensación de libertad ke me embargó cuando me acomodé en ella. (“Y si pintamos de colores fuertes?””No, kiero ke todo se vea inmensamente blanco”)
Hoy la casa ya no existe. Alguien sin un corazón como el mío la compró y la hizo demoler para construir una de ésas casas ke construyen aprovechando el espacio al máximo. De ésas de líneas austeras, aburridas. Hoy de la casa en la ke fui tan feliz no keda nada, sólo mis recuerdos, y algunas fotos. Espero algún día encontrar mi casa en algún lugar. Espero poder recuperar esa sensación tan cálida, sentir ke es ahí donde kiero pasar mis días y mis noches. Sentir ke ése es el lugar donde kiero estar. Y ke pasen los días, y yo me olvide de ke existen otros lugares; ke me olvide de salir a la calle, de pura felicidad. Algún otro día, kizás, y en alguna otra casa, vuelva a sentir lo mismo.

7 comentarios:

  1. Esa nostalgia que tenés para contar estas cosas .... me desarma.

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  2. Cuanta melancolia.Obviamente ese lugar que perdiste no es solo una casa. Estas esperando o estas en la busqueda?

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  3. De mí misma, tal vez...

    Esa casa fué mi primer casa MÍA. Y por donde pasaras la vista la casa te hablaba de mí. La cocina, las tazas, los comestibles, las cortinas, las toallas, los jabones... Todo lo había elegido yo. Todo estaba ordenado a mi gusto(a pesar de ke no vivía sola) Aparte fue "armada" con esas pekeñas cosas ke vamos comprando las mujeres "para cuando tengamos nuestra casa"; también con algunas ke me había regalado mi abuela: manteles, carpetitas, esas cosas...
    Extraño esa sensación de plenitud... de "haber llegado". Luego de ésa tuve otras 2 casas y no volví a sentir nunca más lo mismo. Menos ke menos en el depto ke vivo hoy, al cual detesto, hace un año ke estoy acá, nunca terminé de acomodarme (todavía tengo cosas en cajas)y no kiero hacerlo tampoco.
    Supongo ke en akella casa dejé a la mujer ke kería ser... Durante los 3 años ke viví allí me sentí muy feliz y segura de mí misma. Hoy a pesar de tener otras cosas ke siempre he kerido tener (entre ellas un amor arrebatado), no lo logro.

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  4. Es extraño como el amor arrebatado no logra que esa tristeza (o melancolia) se vaya.
    Esa casa ya no existe por lo que contas, pero que te impide tener otra?, y no hablo de paredes solamente,sino de todo eso que era "tuyo".

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  5. Leo esto:

    "Menos ke menos en el depto ke vivo hoy, al cual detesto, hace un año ke estoy acá, nunca terminé de acomodarme (todavía tengo cosas en cajas)y no kiero hacerlo tampoco.
    Supongo ke en akella casa dejé a la mujer ke kería ser... "

    y me pregunto que es lo que te retiene en ese lugar que no te deja ser? Un amor abarrotado justifica sentirse asi? Un amor abarrotado y esa soledad que describis, como hacen para poder vivir juntos en el mismo tiempo y espacio?

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  6. Aún intentan, y por momentos pueden, en realidad la mayoría de los momentos.

    Hoy estoy feliz de intentar, y de comprobar ke puedo.

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  7. Ayyyy cuánto te entiendo! Yo tuve una casa así, la casa que construyeron mis padres. Me mudé ahí durante mi infancia y viví hasta los veintitantos ayyy qué hermosa casa! Todavía sueño con ella! Mis padres la vendieron hace ya unos años y me arrebaton los hermosos momentos que alli vivi ... sí, creo que en realidad, por lo menos para mí, ese espacio físico era una caja de hermosísimos recuerdos y vivencias que me acompañarán siempre, toda mi vida pero a través de esas hermosas paredes blancas.

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