jueves, 2 de diciembre de 2004

Salir.



Salir sin rumbo, por el solo ímpetu de salir a la calle. Sentir en la cara el viento, sentir ke uno es dueño de sí mismo y ke nada ni nadie perturbarán ese momento.
Salir sin saber adónde aguantando la cara de incomodidad hasta alejarse del barrio, hasta sentirse a salvo anónimamente en el colectivo, con la cara pegada a la ventanilla o metida en la historia de turno. Kitarle la mirada a los conocidos y sonreírle a los desconocidos, ser una persona distinta aunke sea por un rato.
Caminar casi por inercia sin punto de llegada. Revolver lugares, ver ropa ke nunca vas a comprar o probarse libros. Sentir ke el mundo es un pokito de uno aunke no sea cierto. Entrar a lugares donde nunca antes habías entrado. Mirar los horarios de las películas ke nunca irás a ver al cine. Darse aires de reina de tarjeta de crédito sabiéndose sin un mango en el bolsillo y aun así, gastar los últimos centavos en algunas flores para alegrarle el día a la vieja.
Sentir el sol en el pecho y debajo de los ojos. Oler el río como si fuera el único río del mundo ke todavía trae olor a arena y a sauce. Tirarse en el pasto a sentir la tarde.
Ser libre.

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